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CACHORROS

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miércoles, 25 de enero de 2017

Fiesta patronal de la diócesis

Fiesta patronal de la diócesis 
 El obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones sj, presidió hace instantes la fiesta patronal de la diócesis en honor de Nuestra Señora de la Paz, que tuvo como lema: “Con María seamos artesanos del encuentro y constructores de la paz”.

 Nuestra Señora Madre y Reina de la Paz 
 (Lc. 1,39-56) 
 Querida Comunidad Diocesana: 

Celebramos con la alegría del Evangelio de la Visitación, esta fiesta en honor de Nuestra Señora de la Paz, compartiendo el lema de este año: “Con María seamos artesanos del encuentro y constructores de la paz”. 
 Al llegar al fin de su viaje y ante el encuentro y el abrazo a Isabel, María pronuncia con júbilo el Magníficat recreando el Cantico de Myriam , la hermana de Moisés y Aarón. En hebreo este canto no abarca más de nueve palabras, las cuales, sin embargo, pronunciadas una tras otra dan la impresión de una gran exultación. Se produce a la salida del Mar Rojo. Canto bautismal por excelencia e hito salvador del Pueblo de Israel. 
 El Señor es grande y ha dado la victoria a su pueblo. A Myriam (María) se la llama profetisa, por ser capaz de interpretar el misterio de Dios presente en la historia, por estar atenta a la concreción del misterio de Dios y ser capaz de expresar la admiración del hombre ante la realización concreta del misterio de la salvación. 
 El himno es cantado por ella danzando y es recitado a la cabeza de las mujeres de la comunidad, y el coro de éstas, responde tocando tímpanos y danzando en círculos. Desde aquel momento, sus palabras expresan la admiración del hombre por las maravillas que Dios ha realizado… ¿Quién es María de Nazaret que canta el Magnificat? Es el alma de Israel, es todo su pueblo, es la humanidad entera a la que presta su voz, es la humanidad humillada y sorprendida por la ternura concreta de Dios. 
 María es, por lo tanto, la escuela de la fiesta de toda la humanidad, el lugar donde aprendemos la delicadeza, la atención, la transparencia, el encuentro y la luminosidad de la fiesta… entrando en sus palabras entendemos lo que quiere decir un pueblo de fiesta, es un pueblo que reconoce con admiración la grandeza de Dios que mira a lo que es pobre, a lo que es nada, y que de esa nada hace un pueblo fuerte… una realidad capaz de entregar belleza y verdad . 
 El AT iba al ritmo de las fiestas y el contenido de la fiesta bíblica está constituido por la ADMIRACION maravillosa, el gozo, la gratitud, la exultación (regocijo) y la alabanza. 
 Aparecen tres actitudes en el cántico de María que nos ayudan a la reflexión: 
1. GRATITUD-REVERENCIA: Mi alma canta la grandeza del Señor: Dios Creador, animarnos a engrandecer al Dios de la vida, dejar cantar al alma… El Hombre es creado para Dios, su fin y su magnífica meta. 
2. ALABANZA: Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador: Alabar a Dios por la alegría de ser salvados, el gozo en Dios… la salvación de Dios… 
3. SERVICIO: Porque miró la humillación de su servidora: el camino de la pequeñez, del servicio.
 Queremos ser una Iglesia agradecida y reverencial hacia Dios, en los hermanos que llegan a nuestras parroquias y comunidades. 
 La primera prioridad diocesana nos invita a ser una Iglesia más abierta y cercana a todos. Le pedimos a María que se alegra y regocija su espíritu en Dios su Salvador, que podamos llegar a ser una Iglesia con apertura de mente y corazón que manifieste el amor de Jesús el Salvador, que hace salir el sol sobre malos y buenos, una Iglesia que por su cercanía nos comprometa a ser artesanos del encuentro, no dueños jerarquizados, sino servidores del encuentro y trabajadores sencillos y humildes de la paz, constructores desde la gracia de Dios y el esfuerzo cotidiano, por el difícil y arduo camino de la paz.
 Nuestro pueblo fiel siempre va a María, ella es la que vela, cuida, anima y ve las necesidades y urgencias de sus hijos, es la intercesora ante su Hijo, Jesucristo principio y fin de la vida de los hombres, quien ha venido para ser fuente de salvación para muchos. 
 Iglesia solidaria y samaritana, hemos dicho en la segunda prioridad. María no duda, no teme cantar la verdad de que Dios derribará a los poderosos y exaltará a los humildes. ¡Qué lejos estamos de la solidaridad como sociedad, cuando vemos privilegios para los que más tienen, y ajustar, recortar y angustiar a los más desprotegidos. Cuantos desafíos tendremos en nuestras Cáritas samaritanas, para redoblar la creatividad en el servicio y asistencia de los hermanos que viven en la indigencia.
 Compromiso social desde la fe en los adolescentes y jóvenes (la tercera prioridad). María va el encuentro de su prima anciana y embarazada a servir, se arremanga para acarrear el agua del pozo, para moler el grano y hacer la comida, para inclinarse y lavar los pies de Isabel que por su edad y estado ya no puede agacharse. 
 Damos gracias con María porque miró nuestra pequeñez en el servicio y la disponibilidad de hacernos cargo con nuestros jóvenes de la dimensión social de la fe. Damos gracias porque todos los años varios de nuestros universitarios con algunos de sus docentes se arremangan y ponen “manos a la obra”. Porque hay jóvenes que se ocupan de la gente en situación de calle, con cariño, cercanía, constancia y buena voluntad. Porque nos hemos hecho cargo de la “mujer violentada” y de las adolescentes embarazadas, más una anónima lista de servicios a los hermanos débiles y empobrecidos.
 María es quien se pone en marcha llevando el Evangelio de la vida en su vientre, la primera misionera del Evangelio a quien Francisco denomina “Nuestra Señora de la prontitud” para llevar la Buena Noticia y proclamarla a viva voz. 
 La cuarta prioridad diocesana: la Misión Permanente en REDd (Reflexión evangélica domiciliaria diocesana), queremos agradecer en primer lugar a los ministros ordenados, presbíteros, diáconos permanentes, consagradas y laicos por acoger esta iniciativa diocesana con creatividad y deseos de llevar el Evangelio de Jesús, más allá de nuestros círculos evangelizados y salir hacia las periferias geográficas y existenciales que tienen hambre de la Buena Noticia de la Salvación. ¡Sigamos partiendo y repartiendo con alegría el pan de la Palabra que da vida!. 
 El Papa Francisco nos invita a contemplar a María misionera: Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre camina con nosotros, lucha con nosotros y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios, comparte la historia de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica… (EG 286). 
 Hoy la Iglesia nos pide que: ¡salgamos a la vastedad de las periferias existenciales! para llegar al encuentro de tantos hermanos que necesitan la palabra, el abrazo, la escucha, la cercanía fraterna. Es decisivo que podamos construir los cimientos de la paz que nos den el precioso andamiaje de esa paz, construida desde nuestros corazones y articulada con nuestro esfuerzo mancomunadamente logrado codo a codo, como esperanza fecunda de la promesa. 
 ¡Ahora es el tiempo de pedir y recibir sus gracias. Ahora es el tiempo para escuchar y cumplir este urgente reclamo del Corazón de Jesús, profundamente humano y majestuosamente divino!. 
 Que por la mediación amorosa y constante de la Virgen de la Paz alcancemos confiadamente lo que pedimos en nombre de su Hijo. 

 Mons. Jorge Lugones sj. 
24/1/17

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