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martes, 20 de julio de 2010

LOMAS DE ZAMORA PREPARA LA CORONACION DE LA VIRGEN DE LA PAZ


Lomas de Zamora prepara la coronación de la Virgen de la Paz
Lomas de Zamora (Buenos Aires), 20 Jul. 10 (AICA)
Nuestra Señora de la Paz

El obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Rubén Lugones S.J., decidió coronar la imagen de Nuestra Señora de la Paz, patrona de la diócesis, y desde el obispado elaboraron un subsidio a fin de preparar a las comunidades para este acontecimiento, que se celebrará el 22 de agosto en la catedral, donde se venera la histórica imagen.

El material se titula “María de la Paz, Madre y Reina de una Patria para todos”, y presenta la razón teológica, la razón pastoral y la razón misionera para la coronación, como tres fundamentos para lo que será un hecho histórico para la vida de la diócesis.
Razón teológica
Entre otras cosas, el texto indica que “desde el punto de vista teológico, el argumento principal en que se funda la dignidad regia de María es su divina maternidad: el ser madre de Jesucristo, el único que en sentido estricto, propio y absoluto, es Rey del Universo por naturaleza. A lo que hay que añadir que la Virgen también es proclamada Reina en razón de la parte singular que por voluntad de Dios tuvo, asociada a su Hijo, en la obra de nuestra eterna salvación. La Iglesia no ha cesado de avivar la devoción a María, madre de Dios y madre nuestra, y de fomentar la confianza en su maternal intercesión”.
Razón pastoral
“En el marco del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la comunidad diocesana desea hacer memoria y celebrar los 150 años de la bendición y colocación de la piedra fundamental del templo de Nuestra Señora de la Paz, nuestra catedral; y tendrá como acto central la coronación de la Imagen que preside el templo de la catedral”, y destaca la importancia de “hacer memoria, pues de ella depende la Identidad, el sentido de Pertenencia y finalmente nuestra Misión de anunciar a Cristo”.
Al mismo tiempo se advierte que “sin conciencia histórica hay siempre algo frágil en una misión. El Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Independencia Nacional, nos ofrecen la posibilidad de llegar, mediante un retorno a la memoria, a la conciencia más viva de la propia identidad. Recordemos que el olvido es la tumba de la memoria”.
Y agrega: “Los argentinos generalmente no estamos muy familiarizados con nuestras propias raíces y los católicos no somos ajenos a esta situación. A la falta de memoria le debemos sumar un clima cultural de relativismo, que también afecta a la verdad histórica”. Por otro lado, “No es posible la evangelización sin el sentido de pertenencia a la Iglesia. No es posible construir un país sin fuertes certezas que se nutren de nuestras raíces; si no sé quién soy o de dónde vengo, no podré asumir mi responsabilidad como argentino, como cristiano, pues mi presente será débil”.
En este marco, la propuesta es “como itinerario formativo, recuperar la memoria como Patria, como Iglesia y lo que ésta última le aportó en su nacimiento; sólo así podremos prepararnos para celebrar el Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Independencia Nacional”.
El santuario y el partido
En cuanto al contexto histórico de la creación del santuario y del partido de Lomas de Zamora, el subsidio recuerda entre otras cosas que “en 1860, cuando las luchas entre provincias hermanas habrían vuelto a desencadenarse, en las cercanías de la ciudad de Buenos Aires se alzaron nuevas voces de rogativas a la Reina de la Paz, al proclamarla patrona de las Lomas de Zamora y consagrarle el Santuario que se comenzaba a construir”.
Por seis veces “el vecindario de las Lomas de Zamora había dirigido al gobierno sus solicitudes de permiso para construir su Iglesia. Algunas de ellas habían incluido además, la petición de fundación de pueblo, de parroquia y partido”, señala el texto. “Antes de elevar la séptima presentación que habría de ser la culminante, fue celebrada una asamblea vecinal en la chacra de Francisco Portela en las Lomas de Zamora; se trataba de aunar criterios para resolver las dos cuestiones: la creación de partido y parroquia”. En la mencionada asamblea se decidió poner al templo bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz, porque “se tenía que hacer el mayor esfuerzo para que reinara la concordia”.
El terreno fue donado por Victorio Grigera y la imagen, donada por la señora Grigera, “fue encargada a Barcelona y confiada a un escultor de primer orden. Inspiró al artista el celebrado cuadro del famoso pintor Rafael Sanzio, de Urbino, en Italia, que representa a una mujer sentada, con un niño de pie sobre sus faldas, ofreciendo el pequeñuelo con su manecita derecha una palma de olivo”.
Se considera posible “que la consagración de las Lomas de Zamora a Nuestra Señora de la Paz se halle históricamente vinculada a los hechos previos a la firma del Pacto de Unión Nacional, en San José de Flores, el 11 de noviembre de 1859”. Y “en octubre de 1860, se publicaron avisos en los diarios de Buenos Aires informando a la población haber obtenido el permiso del gobierno y de la Curia ‘para la construcción de un templo en las Lomas de Zamora dedicado a Nuestra Señora de la Paz’”.
Los arquitectos encomendados para la construcción del templo “fueron los genoveses padre e hijo, Nicolás y José Canale, quienes habían sido desde 1854 autores de numerosas e importantísimas obras de ingeniería, arquitectura y diseño urbano, de las cuales aún subsisten, el frente de la Catedral de Buenos Aires, las iglesias de Nuestra Señora de la Piedad e Inmaculada Concepción (Belgrano) y otras como el palacio Miró en la Ciudad de Buenos Aires, la traza urbana y los edificios del centro cívico de Adrogué (Almirante Brown) y también, la quinta de «Los Leones» de don Esteban Adrogué en Lomas de Zamora (Hogar Pereyra) y la iglesia Nuestra Señora de la Paz”.
“La colocación de la piedra fundamental del Santuario de Nuestra Señora de la Paz, se verificó en una ceremonia de excepcional brillantez encabezada por el gobernador de la provincia, general Bartolomé Mitre y por el canónigo Gabriel Fuentes, párroco de San Miguel de Buenos Aires, quien bendijo las zanjas abiertas para los cimientos, en tanto Mitre puso las primeras cucharadas de argamasa. Era el día 16 de diciembre de 1860”.
Razón misionera
Por último se explica la razón misionera de la coronación, citando el documento de Aparecida: La celebración de los 150 años de la bendición y colocación de la piedra fundamental del templo de Nuestra Señora de la Paz y la coronación de la Imagen que la preside; es un tiempo precioso para dejarnos mirar por María, como comunidad diocesana. Mirada maternal ‘que nos ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de gratuidad (...) que crea comunión y educa a un estilo de vida compartida y solidaria, en fraternidad, en atención y acogida al otro, especialmente si es pobre o necesitado’’; que impulsa a salir al encuentro de los adolescentes y jóvenes. Con Ella, que ‘es la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros’, queremos asumir el desafío de anunciar a Jesucristo, Príncipe de la Paz”.
Material de trabajo
El subsidio se completa con una Novena a Nuestra Señora de la Paz, que incluye lecturas, material de reflexión y una guía para la oración. También una oración a Nuestra Señora de la Paz y la Oración por la Patria.

Texto completo del documento
“MARÍA DE LA PAZ, MADRE Y REINA DE UNA PATRIA PARA TODOS”
Subsidio para la Coronación de la imagen de Nuestra Señora de la Paz
16 de diciembre de 1860 - 22 de agosto de 2010

Monseñor Lugones ha decidido Coronar la imagen de Nuestra Señora de la Paz, la Patrona de nuestra Diócesis. En función de preparar a nuestras comunidades, les proponemos el siguiente material de reflexión:

Razón teológica de la coronación
Pablo VI dice en su Exhortación Apostólica Marialis cultus: “La solemnidad de la Asunción se prolonga jubilosamente en la celebración de la fiesta de la Realeza de María, que tiene lugar ocho días después y en la que se contempla a Aquella que, sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como Reina e intercede como Madre”. Se subraya así el vínculo profundo que existe entre la Asunción y la Coronación de la Virgen. En esa misma línea de pensamiento, el Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Iglesia, enumera las grandezas de la Madre de Jesús, que culminan en su coronación: “Los Apóstoles –recuerda–, antes de recibir el Espíritu Santo el día de Pentecostés, perseveraban unánimes en la oración con María, la Madre de Jesús. También María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación ya la había cubierto a ella con su sombra. Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial, y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte.” (Lumen gentium, 59).
Pío XII, en su Encíclica sobre la Realeza de María, exponía que el pueblo cristiano, desde los primeros siglos de la Iglesia, ha elevado suplicantes oraciones e himnos de loa y de piedad a la «Reina del Cielo», tanto en sus tiempos de felicidad y alegría como en los de angustia y peligro; y que nunca falló la esperanza en la Madre del Rey divino, Jesucristo, ni languideció la fe que nos enseña que la Virgen María, Madre de Dios, reina en todo el mundo con maternal corazón, está coronada con la gloria de la realeza en la bienaventuranza celestial.
Con razón —añadía el Papa—, el pueblo cristiano ha creído siempre que Aquella de quien nació el Hijo del Altísimo, Príncipe de la Paz, Rey de reyes y Señor de los señores, recibió de Dios singularísimos privilegios de gracia; y considerando luego las íntimas relaciones que unen a la madre con el hijo, ha reconocido en la Madre de Dios una regia preeminencia sobre todos los seres. En la tradición cristiana, ya los antiguos escritores, fundados en las palabras del arcángel San Gabriel, que predijo el reinado eterno del Hijo de María, y en las de Isabel, que se inclinó reverente ante ella llamándola Madre de mi Señor, llamaban a María Madre del Rey, Madre del Señor y Reina de la Paz, queriendo significar que de la realeza del Hijo se derivaba la de su Madre.
La sagrada Liturgia, fiel espejo de la enseñanza comunicada por los Padres y creída por el pueblo cristiano, ha cantado en el correr de los siglos y canta de continuo, así en Oriente como en Occidente, las glorias de la celestial Reina: Salve Regina, Regina caeli laetare, Ave Regina caelorum, etc. También el arte, al inspirarse en los principios de la fe cristiana, y como fiel intérprete de la espontánea y auténtica devoción del pueblo, ya desde el Concilio de Éfeso, ha representado a María como Reina y Emperatriz coronada.
Desde el punto de vista teológico, el argumento principal en que se funda la dignidad regia de María es su divina maternidad: el ser madre de Jesucristo, el único que en sentido estricto, propio y absoluto, es Rey del Universo por naturaleza. A lo que hay que añadir que la Virgen también es proclamada Reina en razón de la parte singular que por voluntad de Dios tuvo, asociada a su Hijo, en la obra de nuestra eterna salvación.
La Iglesia no ha cesado de avivar la devoción a María, madre de Dios y madre nuestra, y de fomentar la confianza en su maternal intercesión.
La razón pastoral
En el marco del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la comunidad diocesana desea hacer memoria y celebrar los 150 años de la bendición y colocación de la piedra fundamental del templo de Nuestra Señora de la Paz, nuestra catedral; y tendrá como acto central la coronación de la Imagen que preside el templo de la catedral.
Es importante hacer memoria, pues de ella depende la Identidad, el sentido de Pertenencia y finalmente nuestra Misión de anunciar a Cristo.
Sin conciencia histórica hay siempre algo frágil en una misión. El Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Independencia Nacional, nos ofrecen la posibilidad de llegar, mediante un retorno a la memoria, a la conciencia más viva de la propia identidad. Recordemos que el olvido es la tumba de la memoria.
Al comenzar el nuevo Milenio los obispos afirmaron: “Creemos que nuestra Patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad, un regalo de amor que debemos cuidar y mejorar (…). En tiempos marcados por la globalización, no debe debilitarse la voluntad de ser una nación, una familia fiel a su historia, a su identidad y a sus valores humanos y cristianos”[1].
Los argentinos generalmente no estamos muy familiarizados con nuestras propias raíces y los católicos no somos ajenos a esta situación.
A la falta de memoria le debemos sumar un clima cultural de relativismo, que también afecta a la verdad histórica, ya que “a medida que la humanidad se interna en la era del entretenimiento, la verdad se vuelve un valor cada vez más relativo. Parecería que si lo que nos cuentan es suficientemente divertido, somos capaces de disculpar la falta de rigor y el desapego a los hechos como si se tratase de cuestiones irrelevantes”[2].
Debemos comprender que la manipulación de la memoria nunca es inocente, más bien es deshonesta, especialmente cuando al hacer memoria lo hacemos de forma selectiva, pues quien controla el pasado, controla el presente, y quien controla el presente, controla el pasado, y de esto los argentinos tenemos experiencia.
Es importante recordar que “la primera ley de la historia es no atreverse a decir nada falso; la otra, no ocultar nada verdadero, evitando toda sospecha de benevolencia o enemistad” (Cicerón).
El recuperar la memoria no es una cuestión académica. Somos personas históricas. Vivimos en el tiempo y en el espacio. Cada generación necesita de las anteriores y se debe a las que siguen; cada etapa de la historia es tributaria de la anterior y responsable de la siguiente. “Condenar el pasado al olvido no sólo es privar del sentido al presente, sino despojar a la vida de la trascendencia que adquiere cuando advertimos que, sobre todo, es creación del futuro” (Guillermo Jaim Etcheverry).
“Estamos viviendo una situación en que necesitamos de mucha memoria. Recordar, traer a nuestro corazón la gran reserva espiritual de nuestro pueblo, la que le fue anunciada en los momentos de la evangelización y que selló en su corazón sencillo la Verdad de que Jesús está vivo. Traer la hermandad que Él nos ganó con su sangre”[3].
La Patria debe ser familia y la memoria en Ella es potencia unitiva e integradora, como lo es para todo pueblo. También lo es para la Iglesia, familia de Dios que se nutre del memorial de la muerte y resurrección del Señor: “Hagan esto en memoria mía”.
La memoria viene a ser el núcleo vital de una familia. Nuestras raíces como familia son vitales para nuestra salud psíquica y afectiva. Una familia sin memoria no merece el nombre de tal, se desintegra. Un pueblo sin memoria también se desintegra, y la Patria se hace familia porque tenemos una historia en común.
Esto también lo podemos decir de la Iglesia: la falta de memoria nos afecta como Pueblo de Dios.
La falta de memoria nos trae una serie de dificultades que terminan enfermándonos y neutralizan nuestras capacidades para la misión, para generar un proyecto de País donde nadie sea excluido.
La Patria y la Iglesia como sociedades también se fragmentan, se atomizan a causa de la discontinuidad. Se suele pensar que la historia comienza conmigo, generándose un déficit de tradición a causa de un déficit de memoria que une el pasado con el presente y éste con el futuro.
Surge también el sentimiento de orfandad pues no me siento parte de una familia que tiene un pasado que fortalece al presente y me impulsa a la misión, al trabajo.
No es posible la evangelización sin el sentido de pertenencia a la Iglesia. No es posible construir un país sin fuertes certezas que se nutren de nuestras raíces; si no sé quién soy o de dónde vengo, no podré asumir mi responsabilidad como argentino, como cristiano, pues mi presente será débil.
Nos debemos proponer, como itinerario formativo, recuperar la memoria como Patria, como Iglesia y lo que ésta última le aportó en su nacimiento; sólo así podremos prepararnos para celebrar el Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Independencia Nacional.
Creemos que nos deben preocupar especialmente las nuevas generaciones, ya que “una generación sin historia es por sí misma sin futuro” (Pablo VI).
Es imperioso volver “al núcleo histórico de nuestros comienzos, no para ejercitar nostalgias formales, sino buscando las huellas de la esperanza. Hacemos memoria del camino andado para abrir espacios de futuro. Como nos enseña nuestra fe: de la memoria de la plenitud se hace posible vislumbrar los nuevos caminos […]. La memoria conlleva siempre la dimensión de promesa que la proyecta hacia el futuro. Cuando, en el presente, hacemos memoria, entonces afirmamos lo real de nuestra pertenencia a un pueblo que camina y —a la vez— la proyección hacia adelante de ese camino”[4]. Sólo de esta manera el caminar se hace misión, evangelización, se hace proyecto de una Patria que quiere ser familia.
Quiera Dios podamos “recordar con gratitud el pasado, vivir con pasión el presente y abrirnos con confianza hacia el futuro” (Juan Pablo II).
María hacía memoria recurriendo a todo lo que guardaba en su maternal corazón.
DATOS SOBRE LA PARROQUIA Y SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ
El Santuario
Un antecedente próximo al voto que creara nuestra actual Basílica Catedral, lo tenemos en la provincia de Entre Ríos.
En 1832, el gobernador de la provincia, Pascual Echagüe, dispuso reconocer y fundar las villas de Nuestra Señora de la Paz y Concordia, expuestas en la ley del 6 de febrero de dicho año, sancionada bajo la gobernación del mismo Echagüe y en las cuales expresa que lo realiza “…para perpetuar la memoria de la instalación de la primera Asamblea General de Entre Ríos…”. Las ciudades hermanas de Concordia y La Paz, alegóricamente afines, tendrían un determinante histórico común: la firma del Tratado del Litoral (1831), que pone paz entre las provincias y la creación de la Confederación argentina, que habría determinado el voto de gracias a nuestra Señora de la Paz. Años más tarde, en 1860, cuando las luchas entre provincias hermanas habrían vuelto a desencadenarse, en las cercanías de la ciudad de Buenos Aires se alzaron nuevas voces de rogativas a la Reina de la Paz, al proclamarla patrona de las Lomas de Zamora y consagrarle el Santuario que se comenzaba a construir.
Partido y Parroquia
Por seis veces (1821, 1834, 1839, 1853 y dos veces en 1855) el vecindario de las Lomas de Zamora había dirigido al gobierno sus solicitudes de permiso para construir su Iglesia. Algunas de ellas habían incluido además, la petición de fundación de pueblo, de parroquia y partido (ambas creaciones eran hechas en esa época, de modo simultáneo).
Antes de elevar la séptima presentación que habría de ser la culminante, fue celebrada una asamblea vecinal en la chacra de Francisco Portela en las Lomas de Zamora; se trataba de aunar criterios para resolver las dos cuestiones: la creación de partido y parroquia. De la cuestión del patronazgo o título del nuevo templo a construir, sabemos lo siguiente: de la referida asamblea no se conserva acta conocida, pero sí un vivido testimonio felizmente recogido por César Adrogué en sus «Notas históricas» quien refiere en ellas que: “se encontraban rodeando la mesa en el gran comedor distinguidas matronas: la dueña de casa Sra. Josefa Casalins de Portela, Justa Cané de Somellera, Juana Zorrilla de Grigera, Isidora Amestoy de Adrogué y las señoritas Cipriana y Celestina Portela, Dolores y Sofía Adrogué , el doctor Andrés Somellera, el canónigo Don Gabriel Fuentes, los señores Tomás y Rafael Portela y los jóvenes Jaime y Francisco, hijos del dueño de casa. El señor Adrogué comentaba los sucesos políticos, nuestras continuas luchas civiles, si nunca llegaríamos a entendernos, unas veces por federales y otras por unitarios; que se tenía que hacer el mayor esfuerzo para que reinara la concordia, hasta hacer de manera que alguien en el cielo fuera nuestro intermediario para con la Providencia, y ya que se trataba de levantar un templo, se podía dedicar a la Madre del Salvador, pidiéndole que se acordara de nosotros, dándonos un bien tan necesario para el bienestar y prosperidad de todos, cual era la Paz. Y dirigiéndose a la señora de Grigera, dama pudiente y muy devota, le pidió en su nombre y en el de todos los presentes, que fuera ella la que, interpretando los buenos deseos que les animaba, donara la imagen de la Sagrada Virgen que podía adornar el futuro templo y tutelar los destinos del pueblo que se fundara. Unánime fue el aplauso que saludó al señor Adrogué y todos, a su vez, cargaron sobre la señora de Grigera haciendo igual pedido. Esta señora, toda confundida y también agradecida por el común pedido que se le hacía dijo: que aceptaba gustosa y que haría de su parte cuanto estuviese a su alcance para corresponder a la confianza que se depositaba en ella y, especialmente, para que la imagen que mandaría hacer fuera digna de representar en la tierra a la Reina de los Cielos. La imagen fue encargada a Barcelona y confiada a un escultor de primer orden. Inspiró al artista el celebrado cuadro del famoso pintor Rafael Sanzio, de Urbino, en Italia, que representa a una mujer sentada, con un niño de pie sobre sus faldas, ofreciendo el pequeñuelo con su manecita derecha una palma de olivo”.
El propietario de la chacra escogida para centro cívico e iglesia, no se hallaba en Lomas de Zamora sino en Salto, provincia de Buenos Aires con el ejército de la Capital, Don Victorio Grigera. Antes sin duda de la batalla de Cepeda (el 23 de octubre de 1859) es que se celebraba dicha asamblea.
Escribe a su sobrino Francisco Portela desde el frente: “…Querido Pancho, no debes extrañar que no te haya contestado la tuya pues con la venida de Urquiza nos cortaron la comunicación… de palabra te mando decir con respecto a las dos cuadras de terreno, que daba en mi quinta para la Iglesia, de las que puedes disponer cuando gustes... tu tío y amigo: Victorio Grigera”.
Es posible por tanto, que la consagración de las Lomas de Zamora a Nuestra Señora de la Paz se halle históricamente vinculada a los hechos previos a la firma del Pacto de Unión Nacional, en San José de Flores, el 11 de noviembre de 1859. El 20 de agosto de 1860 se elevó al gobierno la séptima y definitiva petición para construir el templo de las Lomas de Zamora.
En octubre de 1860, se publicaron avisos en los diarios de Buenos Aires informando a la población haber obtenido el permiso del gobierno y de la Curia “para la construcción de un templo en las Lomas de Zamora dedicado a Nuestra Señora de la Paz”.
“La comisión confiada y creada al efecto de recibir las donaciones como ofrenda a la Madre del Salvador, que nos recordará siempre su protección y su amor en los días de calamidad por los que hemos pasado, está integrado por el párroco de San Miguel Arcángel, el canónigo Don Gabriel Fuentes, y los señores: Esteban Adrogué, Anarcasis Lanús, Laureano Ramírez, Jaime Casalins, Jorge Témperley, Roque Estévez Correa, Patricio Bookey, Evaristo Grigera y Francisco Portela…”.
El Templo
Los arquitectos encomendados para su construcción fueron los genoveses padre e hijo, Nicolás y José Canale, quienes habían sido desde 1854 autores de numerosas e importantísimas obras de ingeniería, arquitectura y diseño urbano, de las cuales aún subsisten, el frente de la Catedral de Buenos Aires, las iglesias de Nuestra Señora de la Piedad e Inmaculada Concepción (Belgrano) y otras como el palacio Miró en la Ciudad de Buenos Aires, la traza urbana y los edificios del centro cívico de Adrogué (Almirante Brown) y también, la quinta de «Los Leones» de don Esteban Adrogué en Lomas de Zamora (Hogar Pereyra) y la iglesia Nuestra Señora de la Paz.
La colocación de la piedra fundamental del Santuario de Nuestra Señora de la Paz, se verificó en una ceremonia de excepcional brillantez encabezada por el gobernador de la provincia, general Bartolomé Mitre y por el canónigo Gabriel Fuentes, párroco de San Miguel de Buenos Aires, quien bendijo las zanjas abiertas para los cimientos, en tanto Mitre puso las primeras cucharadas de argamasa. Era el día 16 de diciembre de 1860.
Su razón misionera: Reina, discípula-misionera
Los Obispos Latinoamericanos reunidos en Aparecida nos proponen descubrir nuestra existencia cristiana como discípulos-misioneros de Jesucristo; cuya plenitud nos es regalada en la Virgen María “quien, por su fe (cf. Lc 1, 45) y obediencia a la voluntad de Dios (cf. Lc 1, 38), así como por su constante meditación de la Palabra y de las acciones de Jesús (cf. Lc 2, 19.51), es la discípula más perfecta del Señor”.[5]
Además, Ella ha recibido del Padre “una misión única en la historia de la salvación”, concebir, educar y acompañar a Jesús hasta su entrega en la Cruz, donde recibe el don de la maternidad (cf. Jn 19, 27). Su constancia en la oración con los apóstoles en la espera del Espíritu (cf. Hch. 1, 13-14) la liga de manera especial al nacimiento de la Iglesia misionera.[6]
“¿Cómo no poner de relieve el papel que la Virgen tiene respecto a la Iglesia peregrina en América, en camino al encuentro con el Señor?”[7], se preguntaba Juan Pablo II. Es verdad, su presencia cercana, maternal, atrajo a nuestros pueblos al Evangelio. Desde entonces, en María podemos encontrarnos con Cristo y, asimismo, con los hermanos.[8] Al iniciar el Bicentenario de nuestra Patria, queremos volver la mirada hacia la Reina de la Paz, que “como madre de tantos, fortalece los vínculos fraternos entre todos, alienta a la reconciliación y el perdón”[9], y asumir el compromiso del diálogo y el trabajo de hacer una Nación justa y solidaria.
La celebración de los 150 años de la bendición y colocación de la piedra fundamental del templo de Nuestra Señora de la Paz y la coronación de la Imagen que la preside; es un tiempo precioso para dejarnos mirar por María, como comunidad diocesana. Mirada maternal “que nos ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de gratuidad (...) que crea comunión y educa a un estilo de vida compartida y solidaria, en fraternidad, en atención y acogida al otro, especialmente si es pobre o necesitado”[10]; que impulsa a salir al encuentro de los adolescentes y jóvenes. Con Ella, que “es la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros”[11], queremos asumir el desafío de anunciar a Jesucristo, Príncipe de la Paz.
Que Nuestra Señora de la Paz acompañe y bendiga a la Patria y a los trabajos apostólicos de nuestra Diócesis.
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA PAZ
Nuestra Señora de la Paz, Santa María venimos a agradecer tu presencia de Madre que siempre nos cuida y nos anima, nos socorre en los peligros y nos alivia las penas.
Venimos a pedir otra vez el don de la paz que viene de Dios: paz para nuestros corazones heridos, paz para todos los que sufren, paz para nuestra familias, paz para nuestro pueblo, paz para el que está lejos, paz para el que está cerca.
Danos Madre la paz que supera la violencia y la inseguridad, la paz que es perdón y reconciliación, la paz social, fruto de amor y la justicia, la paz, que nos regalas en Cristo, tu Hijo. Amén
NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ
DÍA PRIMERO: POR LAS FAMILIAS

1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Evangelio de san Juan 2; 1-5
“Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino". Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía". Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga”. Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
La Virgen se hace presente en esta familia que nace para mostrar la tierna presencia de Dios frente a sus necesidades. Ella también acompaña a nuestras familias, e intercede ante Jesús por aquello que necesitamos. Además, nos indica el camino de la verdadera alegría: “hagan todo lo que él les diga”.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, escúchanos Señor
- Para que el gobierno promueva el desarrollo integral de las familias
- Para que las familias sin techo puedan conseguirlo dignamente.
- Para que las familias puedan crecer en el diálogo y unidad.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Como gran familia de Dios digamos juntos: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA SEGUNDO: POR LOS JÓVENES
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Evangelio de san Lucas 1; 26-27
“En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
Al mirar a María, la virgen de Nazaret, la descubrimos como “joven”, por su esperanza en el Dios de la promesa; por su disponibilidad frente a la misión que Dios le encomienda. Junto con María, podemos alentar en la esperanza a nuestros jóvenes que no encuentran sentido a sus vidas y asumir la misión de anunciarles a Jesús.
5) Intenciones:
A cada intención respondemos: Por María, escúchanos Señor.
- Aliéntanos a salir al encuentro de los adolescentes y jóvenes alejados.
- Fortalécenos en la construcción de una sociedad donde encuentren oportunidades.
- Ayúdanos a escucharlos con respeto, cercanía y constancia.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Llenos de alegría por sabernos hijos de Dios, digamos: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA TERCERO: POR LOS QUE SUFREN
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Evangelio de san Juan 19; 25-27
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
La Virgen María es la Madre doliente y fiel que estuvo junto a Jesús en su momento de mayor sufrimiento: la cruz. Hoy, sigue Ella permaneciendo al pie de la cruz de tantos cristos sufrientes: enfermos, alcohólicos, drogadictos, presos, desocupados, sin techo, aquellos que son considerados “sobrantes”.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, escúchanos Señor.
- Por todos los enfermos...
- Por los desocupados...
- Por todos los que sufren, que podamos ser presencia de Dios en su dolor.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Al Padre de misericordia nos atrevemos a decir: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA CUARTO: POR LA SOLIDARIDAD
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Evangelio de san Lucas 1; 40-45
“Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
La Virgen María es “Feliz” porque ha creído y también porque no se guarda esa Buena Noticia. Su vida se hace caridad, servicio, solidaridad para con su prima que la necesitaba. Se compromete y hermana. Comparte con ella su más grande bien: Jesús.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, óyenos.
- Impúlsanos a crecer en el compromiso de hacer una Patria para todos.
- Acrecienta en nosotros el deseo de mayor fraternidad y diálogo.
- Fortalece nuestros corazones en el servicio de los más necesitados.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Como hermanos en Cristo, recemos: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA QUINTO: POR LA PATRIA
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Evangelio de san Lucas 1; 46-55
María dijo entonces:
"Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
Este es un canto de alabanza de la Virgen a Dios, en él expresa su alegría. También la alegría de su Pueblo, que guarda en su memoria la experiencia de la presencia de la misericordia de Dios. Como María queremos darle gracias a Dios por el don de nuestra Patria y rogarle que nos ayude a trabajar en ella con responsabilidad.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, te lo pedimos Señor.
- Que podamos construir una Patria para todos, en justicia y paz.
- Que podamos crecer en el compromiso por el bien común.
- Que podamos profundizar nuestra identidad como nación.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Unamos nuestras voces y corazones para decir: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA SEXTO: POR LA MISIÓN
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Evangelio de san Lucas 1; 38-40.56
“María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó. En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
La Virgen de Nazaret acepta la propuesta de Dios. Ella ha recibido la visita de Dios, en ella la Palabra se hizo carne. Sin embargo, no se queda encerrada, sino que inmediatamente, se pone en marcha hacia la casa de su prima Isabel. María le lleva la alegría de la salvación, la visita del mismo Jesús. Ante el desafío de la “misión continental” somos llamados a hacer como María... llevar a Jesús a los demás.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, te lo pedimos Señor.
- Renueva en nosotros el ardor apostólico y fervor misionero.
- Danos un corazón en permanente conversión para anunciarte con alegría.
- Aliéntanos en el anuncio y la defensa de la Vida digna y plena para nuestros pueblos.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA SÉPTIMO: POR NUESTRA IGLESIA DIOCESANA
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: de los Hechos de los Apóstoles 1; 14
“Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
Como Madre, la virgen María, acompaña a los discípulos de su Hijo. Ella nos ha recibido como sus propios hijos y estará con nosotros para siempre, como “Nuestra Señora de la Paz” porque la necesitamos.
Ella es Madre de la oración y Madre de la Iglesia; sin dejar de ser miembro de la Iglesia, es también su modelo. Por eso le pedimos el don de la paz para nuestra Patria y, para nuestra comunidad diocesana, le rogamos nos enseñe a ser artífices de la paz.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, óyenos.
- Que vivamos profundamente ser casa y escuela de oración y comunión.
- Que asumamos creativamente la prioridad de salir al encuentro de adolescentes y jóvenes.
- Que aumentemos la solicitud en el servicio de los hermanos más necesitados.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Unamos nuestras voces y corazones para decir: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA OCTAVO: POR LA PAZ
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Evangelio de san Lucas 1; 28-35
“El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
Desde siempre el hombre anheló la paz y conoció los fracasos de “querer construirla” a su manera. Experimentó que sólo Dios se la puede dar. Por eso, a Jesús también lo llamamos “Príncipe de la Paz” (Cfr. Is. 9,5), nombre con el que fue prometido y esperado en el Antiguo Testamento. La Virgen María al aceptar la propuesta de Dios de ser la Madre de su Hijo, es también la “Madre del Príncipe de la Paz”. En nuestros días donde se acrecienta la violencia le pedimos a ella que nos acerque la auténtica paz que viene de Dios.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, óyenos.
- Que nos impulse a un mayor compromiso por la justicia y la paz.
- Que acrecientes en nosotros el espíritu de reconciliación y unidad.
- Que renovemos nuestra labor por el bien integral de las personas.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Llenos de confianza, digamos juntos: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
DÍA NOVENO: LA VIRGEN MARÍA, NUESTRA REINA
1) Señal de la Cruz
2) Oración a la Virgen de la Paz (cualesquiera de las dos oraciones suministradas. Pág. 10 y 18)
3) Lectura: del Apocalipsis 12; 1
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” Palabra del Señor
4) Breve reflexión:
Al contemplar a María como Reina, vemos el cumplimiento de: “Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes” (Lc 1; 52). Ella es llevada junto a su Hijo y coronada como Reina. Esto no significa un alejamiento, por el contrario, es mayor la cercanía de la Madre Reina. Pues, Ella quiere reinar desde nuestras vidas.
Al coronar la imagen principal de “Nuestra señora de la Paz”, patrona de nuestra diócesis, queremos celebrar su cercanía en nuestro peregrinar, queremos decirle que nos enseñe a seguir y anunciar a Cristo.
5) Intenciones
A cada intención respondemos: Por María, óyenos.
- Que la próxima celebración de coronación de la Virgen aumente nuestra alegría y ardor apostólico en el anuncio del Reino
- Que seamos incansables impulsores de la reconciliación y la amistad social.
- Que renueve nuestra cercanía con los más pobres, enfermos y sufrientes.
(Se pueden agregar peticiones y acción de gracias personales)
6) Digamos juntos la oración que nos enseñó Jesús: Padrenuestro
7) Oración por la Patria.
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA PAZ
María, Madre de la Esperanza, a Ti con confianza todos nos encomendamos. Contigo deseamos seguir a Cristo, Príncipe de la Paz y Redentor de la humanidad: que las dificultades no nos acobarden, el cansancio no apague el ardor apostólico, ni la tristeza la alegría del corazón.
Al celebrar el Bicentenario de nuestra Patria, te pedimos, Madre del Redentor y Reina de la Paz, que continúes mostrándote Madre de todos, cuida nuestro peregrinar entre los hombres, nuestros hermanos.
Ayúdanos a ser constructores de la paz, en la Iglesia y en la sociedad, para que todos se sientan hermanos.
Que podamos huir de los odios, las confrontaciones y los desenfrenados deseos de poder y riqueza. Que promovamos el amor social, respetemos los derechos de los pobres y amemos la paz. Amén
ORACIÓN POR LA PATRIA
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén

[1] C.E.A. “Jesucristo, Señor de la historia”.
[Notas:
2] M. Diament, “La Nación”, 4-I-2006.
[3] Mon. Bergoglio, 15-IV-2001.
[4] Ibíd. “VIII Jornada de Pastoral Social”, Pág. 13.
[5] Aparecida 266
[6] Cf. Ibíd. 267
[7] EA 11
[8] Aparecida 267
[9] Cf. Ibíd.
[10] Cf. Ibíd. 272
[11] Aparecida 269


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