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CANTO Y LA DANZA EN LA GALA DE COMEDIA MUSICAL

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CACHORROS

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viernes, 29 de octubre de 2010

RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO




La misma fotografía


26/10/10


Por Silvana Melo


(APe).- La in-justicia suele ser una y grande, repetida infinitamente en pequeñas fotografías. Cien, trescientos, mil niños muertos por hambre tienen la expresión dormida, la ternura alada de uno solo. Un bebé perdido en el pueblo de Apóstoles, enclavado en el medio de la tierra roja, desconocido y solo, ignoto e ignorado. Puesto por quién sabe qué destino a nacer en una casilla de madera con seis hermanos más y a morir por ausencia de todo. De luz, de leche, de calor, de nutrientes, de auxilio. La cara dormida y desangelada de Héctor Rafael Díaz -muerto el 5 de setiembre- es la cara de cien, trescientos, mil niños muertos por hambre en Misiones. Una foto que se replica atrozmente y cambia su rostro por el de Milagros Benítez, que logró vivir ocho meses menos pero murió igual. Incluida en el registro del Programa Hambre Cero de la provincia que en 2008 -según el CIPPEC- era la más castigada del país por la desnutrición aguda y el bajo peso infantil. Y que hoy, según sus propios funcionarios, bajó al segundo puesto.





Milagros no pudo con el peso de su nombre. Pasó por el Hospital de Montecarlo tantas veces en su mínima vida y nadie pudo retenerla. La última vez su madre la llevaba en brazos con un cuadro agudo de anemia, vómitos y diarrea. Pero no pudo llegar. El soplito de vida se le había escapado en el camino, tal vez detrás de una brisa azulina. O de un colibrí.





El gobernador Maurice Closs asumió en 2007. Y admitió que hasta octubre son 206 los niños muertos por desnutrición en la tierra de los yerbatales. Se quejó de que Misiones es pobre, muy pobre. “Pobreza estructural”, la definió. Sus funcionarios acostumbran a culpabilizar a las familias y a sus entornos. Y a descreer de que los niños se mueran realmente de hambre. El gobernador de nombre europeo dijo que, felizmente, eran menos que los 256 del año pasado. Pero “se nos van a seguir muriendo”. Porque Misiones es muy pobre. Y el gobernador parece haber caído desde un asteroide, gobernador sin pasado, provincia sin pasado. Sin embargo, Closs está precedido por ocho años de Ramón Puerta y ocho años de Juan Carlos Rovira. Todos de un mismo palo partidario. Todos aportando una pared -o mil- al edificio del estado ausente. Al muro que separa al estado de los desterrados, de los innominados, de los niños perdidos en pueblos que no localizan sus GPS.





El gobernador de nombre francés debe saber que no existe excusa posible. Que hace ocho días apenas escribíamos aquí sobre Héctor Rafael Díaz: Tenía dos años, una debilidad extrema, nombre de héroe troyano, un sistema neurológico deshilachado por origen y por condena, una desnutrición de cuatro meses, primer nombre de guerrero y segundo de artista, una muerte perentoria, un número en un registro del programa “Hambre Cero” de Misiones y un destino que no necesariamente estaba escrito, que podía torcerse por decisión de despacho, de escritorio, de estado. El gobernador de nombre francés que no puede admitir que “se nos van a seguir muriendo” sin que quede el sabor ácido de la impotencia casi decidida.





La des-justicia suele ser una sola fotografía, una sola imagen replicada en cien, en trescientas, en miles. En décadas de un estado - topadora que sólo supo crear fábricas de hambre en tierras ricas y feraces, cómplices cada uno de quienes se sentaron en los sillones y pusieron los pies en los escritorios disfrutando de un pedacito de poder tan omnímodo como efímero, cómplices cada uno de que la foto de Héctor se replique cien, trescientas, mil veces en la de Milagros y en la hilera de niños anónimos muertos de hambre tranqueando, cansados, por los sembrados de pan.


Fuentes de datos:


Diarios Los Andes - Mendoza, Yamisiones y Misiones Online


No negociable. No tercerizable


27/10/10


Por Oscar Taffetani


(APe).- A partir del asesinato del estudiante y militante político Mariano Ferreyra, a manos de tiradores y matones contratados por la dirigencia de un sindicato, comenzó a hablarse en la prensa de izquierda de una tercerización de la represión, a tono con otras tercerizaciones que impone la economía globalizada.


El concepto nació en un think tank del Departamento de Estado norteamericano, junto con dos guerras inventadas (y genocidas) que ese gendarme mundial lleva adelante en Afganistán e Iraq. Ciertas empresas ligadas a la CIA y a otras agencias de seguridad fueron autorizadas a tomar prisioneros por su cuenta, llevarlos a cárceles clandestinas o semi clandestinas en distintos lugares del planeta (por ejemplo, Guantánamo), interrogar a esos prisioneros (es decir, torturarlos) y finalmente desaparecerlos o bien blanquearlos, como consta en un buen número de denuncias publicadas. A eso lo llaman tercerización de la guerra.


Puede resultar banal referirse al crimen y el asesinato utilizando términos de la nueva economía, o bien de la jerga fascista, o del lunfardo policial y carcelario. Pero ese lenguaje ya se han trasladado a las canchas de fútbol, a la militancia (no olvidemos la etimología de la palabra) y a la gente común. Ya fue impuesto. Por eso, a nadie asombra que hoy se hable de gatillo fácil, de apriete, de hacer la boleta o hacer cantar. Es, ni más ni menos, la lengua del vencedor, en boca de los vencidos.


Bien comprendieron este fenómeno Marx y Engels, en textos fundacionales: el mayor logro de la burguesía consolidada en el poder fue tercerizar el pensamiento dominante, haciendo que se regenere en nuevas mentes y en insospechados corazones.


El crimen (capitalista) organizado


La prensa anarquista y socialista tiene un glosario que por sí solo revela las duras condiciones de la lucha obrera a través del tiempo. Hay crumiros (equivalentes a los carneros actuales); hay esquiroles y rompehuelgas (equivalentes a las patotas de estos días) y también hay esbirros y sicarios, que cometían crímenes por encargo mucho antes de que Hollywood soñara con sus killers y sus cleaners.


Del mismo modo, en nuestra tierra, existían grupos organizados o espontáneos de civiles dedicados a la “caza del ruso” (judío, comunista o extranjero, bastaba con que cuestionara al poder). Así se supo de la infame Legión Cívica y de la no menos infame Liga Patriótica, durante sucesivas semanas trágicas de principios del siglo veinte. Así nació y actuó en los ’70 un somatén argentino llamado Triple A, que fue exportado como fórmula terrorista y parapolicial a otros países latinoamericanos.


¿No era eso tercerizar la represión?, nos preguntamos. Claro que sí, nos respondemos. Y la forma peor de esa tercerización asesina fueron los grupos de inteligencia y grupos de tareas que actuaron por cuenta y orden del Estado, aunque de modo anónimo y clandestino, durante la última dictadura, y que tenían licencia para matar, para robar y saquear, para secuestrar personas y extorsionar a sus familias.


Sin embargo, un triste avance en la estandarización y mercantilización de la violencia se ha dado con la expansión mundial del negocio -absolutamente capitalista- de la droga. Los cárteles mafiosos compran policías, compran magistrados y gobernantes, financian patotas y barranravas y crean verdaderos ejércitos privados que actúan bajo la complacencia (o la protesta a regañadientes) del Estado. Se produce así una tercerización recíproca, porque mientras esos ejércitos privados siembran el terror y neutralizan a los “enemigos” del Estado, una parte de la banca y de las instituciones de ese mismo Estado se dedica a blanquear y volver inocentes los fondos del narcotráfico.


El modelo ha sido clonado en todo el mundo, a mayor o menor escala. Y se da la paradoja, trágica y terrible, de que un gremio combativo y ejemplar como ha sido el de los Ferroviarios argentinos, se vea hoy convertido en una sociedad anónima distanciada de las bases y lanzada a hacer “negocios”, en un contexto represivo y criminal.


Homenaje a Portogalo


Aunque ninguna placita de Villa Ortúzar lleve su nombre, José Portogalo





-lustrabotas, albañil, bailarín de tango y poeta- está clavado en el mejor recuerdo de ese barrio de Buenos Aires. Comunista militante, tuvo el honor de que su segundo libro de poemas (Tumulto, 1935) recibiera el premio municipal y a la vez una condena judicial por su contenido. Ya maduro, a los 50, publicó Poemas con habitantes. En ese libro, junto al recuerdo de amigos y compañeros comunistas, quiso incluir el poema “Los pájaros ciegos”, en donde evoca a ignotos personajes del pueblo. Hombres, mujeres y niños caídos durante alguna protesta o arrinconados hasta el fin por la miseria, pero nunca olvidados.


“Doménico Scalise, / italiano del sur de la península, / pescador, albañil, peón en una chacra / y silbador de tangos. /…/ Cavé mi propia tumba / y al levantar los brazos miré al cielo gritando / ¡viva la libertad! /…/ Un proyectil de máuser agujereó mi frente. / Pero no he muerto, sigo respirando en el mundo”.


“Alguien gritó / ¡viva la libertad! / Junto a un charco de sangre estaba yo, / Juan Pérez, asturiano, profesión panadero, / veinte años de Argentina, con tres hijos / un río de esperanza entre mis manos”.


“En la fosa común, aislado, entre los yuyos, / no sé qué haré, desnudo, con esta muerte mía / que cabe en una flor…” (epitafio para un vendedor de diarios).


“Viene el aire y pregunta: -¿Quién eres tú? / La tierra que me alberga contesta: -Es un adolescente asesinado. /…/ Tenía madre, padre, hermanos y un oficio. / Era digno y resuelto como un pájaro. /…/ Un primero de mayo de mil novecientos nueve / un proyectil de máuser lo tumbó sobre el barro de Céspedes, / esquina Alvarez Thomas. Se llamaba José”.


Así como nos conmueven y exaltan estos versos de Portogalo, nos causa malestar el relato “Una semana de holgorio”, de Arturo Cancela, que narra los devaneos de un joven calavera (disipado) en una ciudad desierta por los tiroteos y paralizada por las huelgas. Jamás censuraríamos -si estuviera en nuestras manos- a un escritor, aunque nos duela y nos indigne lo que escribe. Pero esa misma semana de holgorio de Cancela es la contracara exacta, antitética, de la semana trágica que evoca Portogalo.


¿Hay lugar en esta nota, en este país, en este mundo, para una tercera voz? ¿Se puede ser neutral frente a esta lucha? De ningún modo. La vida del compañero Mariano Ferreyra, como la de Doménico Scalise, como la de Juan y José, no es negociable. Ni tercerizable.


En el pecho de la luna


25/10/10


Por Claudia Rafael





(APe).- Sus días solían ser otros. Aunque hoy le resulte inasible como huella de vida, hubo un tiempo en que hacía tortitas de barro con esa tierra profundamente roja de su pueblo y se reía a borbotones. Una lluvia dulzona y cálida se transformaba en el pasaporte seguro y su mamá, cada tanto, la sustraía de ese juego cautivador y solitario para ir a comprar el pan.





Después, el rumbo fue otro. Y la risa se fue deshaciendo como las hilachas de un recuerdo al que nunca más pudo aferrarse. Pobre por origen; sin derechos por un destino que le fue reservado cuidadosamente por los digitadores, ya no puede concebir la palabra futuro que resulta tan ajena a su vida magra de derechos.





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Duelo


28/10/10


(APe).- La muerte de Nestor Kirchner nos sorprendio a todos. Apasionado y controvertido iluminó el rostro de parte de nuestro pueblo largamente oscurecido. Podemos decir que supo encender sueños y alguna esperanza en un país de corazones extraviados.





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