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CANTO Y LA DANZA EN LA GALA DE COMEDIA MUSICAL

CANTO Y LA DANZA EN LA GALA DE COMEDIA MUSICAL   Una noche inolvidable,sin dudas, ha sido la gala por los cinco años de vida de la Escue...

CACHORROS

CACHORROS

jueves, 26 de noviembre de 2009

RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO



Ediciones APe lo invita a la presentación del libro de Alfredo Grande
Crónicas de Trapo desde el psicoanálisis implicado Presentan: Vicente Zito Lema, Alberto Morlachetti y Susana Etchegoyen
Lunes 30 de Noviembre a las 19 hs. / Centro Cultural de la Cooperación / Sala Jacobo Laks / Av. Corrientes 1543
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Al Estado rogando y en el banco guardando
Constructores del Muro del Hambre
El hombre que huye

Al Estado rogando y en el banco guardando 25/11/09
Por Alfredo Grande
“No busquen la quinta pata al gato ni el pelo en el huevo. Van a encontrarlo.”(aforismo implicado)
El Gobierno les cederá a los gremios $ 3.200 millonesAlianza inquebrantable. La CGT es hoy el principal sostén político del Gobierno. El Gobierno prepara la mayor concesión económica a los sindicatos de la CGT en el tiempo transcurrido del mandato de Cristina Fernández. Un decreto en elaboración, cuyos puntos centrales pudo conocer Crítica de la Argentina, que prevé la devolución a las obras sociales sindicales de un fondo por 3.200 millones de pesos que los dirigentes reclamaban desde hacía años. Fuentes oficiales revelaron que, una vez aprobado por la Jefa de Estado, el decreto les garantizará a los sindicalistas el recupero del manejo de esos recursos aunque de manera escalonada, durante todo el año que viene. Y, de paso, se fortalece el vínculo político CGT-kirchnerismo en un momento en que cobran fuerza agrupaciones sindicales no afines al peronismo. Se trata del Fondo Solidario de Redistribución (FSR), que la AFIP recauda sobre los aportes de los afiliados a las obras sociales para atender enfermedades complejas y de alto costo. La concesión, según los informantes, irá acompañada de una extensión del Programa Médico Obligatorio (PMO), que deben cubrir las organizaciones sanitarias (tanto de los gremios como las prepagas).(Diario Crítica de la Argentina 16/11/09)Los niños mbya siguen internados en el HospitalPuerto Iguazú. Presentando un severo cuadro de desnutrición, dos niños pequeños aborígenes ingresaron el lunes al hospital Marta Teodora Schwarz de esta ciudad y siguen internados en estado delicado. Se trata de dos hermanos de 1 y 3 años de edad que entraron por la guardia del nosocomio con una complicación por gastroenteritis aguda. Roberto Arévalo, director del hospital, contó que el peso de los niños aborígenes está en un 50 por ciento por debajo del considerado normal para los pequeños de su edad. El director del nosocomio alertó que hacía tiempo que no se registraban cuadros de esas características entre niños de la comunidad mbya. Explicó que el calor intenso registrado en los últimos días favoreció el desarrollo de gérmenes, bacterias y virus, lo que a su vez incrementa las posibilidades de infección en los niños con defensas bajas.(Diario Territorio Digital - Misiones 18/11/09)
(APe).- Dos lógicas se disputan desde la noche de los tiempos la hegemonía de sentido. Una, la del sentido común, otra, la del saber popular. La primera, que a contrapelo de lo que se dice, es el más común de los sentidos, es un eco lastiforme, una repetición que se multiplica, aportando poco y nada a un de por sí, lamentable original. Un ejemplo: “Alfonsín (ahora Kirchner) no es el Che”. Sentido común. Una frase que en su aparente densidad, tiene la misma consistencia que un copo de algodón. Una lamentable empresa de telefonía celular tiene un slogan que abreva en este sentido común: “Es simple. Es claro”. No es tan simple y mucho menos claro, porque en realidad es una estafa. Desde el costo del servicio, hasta sus condiciones técnicas. Otra especialidad del sentido común: “es lo que hay”. Siempre me pregunté qué pasaría si un caballero llega a una reunión con la esposa y alguien le pregunta: “¿es tu esposa?”. Y él, rebosante de sentido común, responde: “es lo que hay”. Otra característica del sentido común es poder afirmar en universal, lo que nadie aplicaría en singular. Por ejemplo: “roba pero hace”. Nadie aceptaría esa frase como consuelo cuando un service de heladeras se afanó el chanchito de los ahorros. El sentido común actúa por dilución. “Mal de muchos, consuelo de tontos”. En realidad, consuelo de cómplices, habitualmente más malos que tontos. Esta lógica es encubridora. Por el contrario, y en polaridad absoluta con la anterior, tenemos al denominado “saber popular”. Ya no se trata solamente de un sentido, común o no. Y tampoco de una verdad. Pero sí de un saber, que tiene como fundante un ejercicio colectivo de poder. Por eso es popular, o sea, referido a los saberes del pueblo. También hay un diablo que además de saber por viejo, sabe por haber enfrentado a los dioses del lucro y de la avaricia. Un ejemplo de este saber es: “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”, de un artista del pueblo, nuestro Atahualpa. Otro es: “el que no cambia todo, no cambia nada”, del Armando. Este saber popular es encarnado por poetas, músicos, trovadores, actrices y actores. La tierra fértil suele ser el arte, algunas veces la política, pocas veces la ciencia. El sentido común lucha por la hegemonía, y por lo tanto pretende que ese sentido sea único. Sindicatos únicos, CGT única, dentro de poco Partido Único. En dos versiones: bombo full o boina blanca todo terreno. Por el contrario, el saber popular justamente por su origen, toma la diversidad, y cree que mejor que decir algo, es decirlo de las más variadas formas. Pero el sentido común no acepta que el saber popular avance hacia los territorios donde germinan las plantas del poder. No importa que ese poder sea transgénico. O sea: inmune a todas las “plagas” de la protesta popular, piquetes, enfrentamientos con las fuerzas del orden, búsqueda desesperada de identidad sindical legal y legítima. Si hay un “fondo solidario de redistribución”, el sentido común verá de buen grado que se materialice, porque nada mejor que redistribuir solidariamente. ¿Será ésta la tan mentada distribución de la riqueza? Pero el saber popular advierte que, si de redistribución se trata, quizá sea una especie de circuito cerrado donde circulan millones de pesos. Sería bueno conocer los circuitos por donde circula el circulante de la redistribución. El saber popular ha bautizado como “los gordos” a los beneficiarios de la santa redistribución. A esta altura ya podría hablarse de una tensión excluyente entre hiper obesos y desnutridos. Para los niños mbya, ¿habrá algún tipo de redistribución? La impresión es que no, han quedado como herederos del gaucho fierro, fuera del listado. El sentido común hablará de “gastroenteritis aguda”. El saber popular nos enseñará que estos niños desnutridos son la expresión de la guerra de la triple alianza por otros medios. ¿Cuántas triples alianzas son hoy las responsables de las muertes con hambre, y no por hambre? Aunque parezca una trivialidad, el hambre en sí no mata, a menos que no haya comida. Y esta escasez, esta carencia de alimentos, para el sentido común es normal, porque somos demasiados que comemos demasiado, no sólo en la Argentina, sino también en el mundo. Es simple, es claro. El saber popular no dejará de preguntarse, no solamente a dónde va el amor cuando se termina, como poéticamente se interrogaba Bécquer, sino más contundentemente: ¿Dónde va la comida de restaurants, confiterías, bares, que no se consume? ¿Hay previstos fondos de redistribución, que tengan alguna dignidad mayor que la corte de indigentes que mendiga algunos cachos de pan? El saber popular tiene duda razonable que el tema no es la redistribución. Que el problema real es la distribución, y que si algo está mal distribuido por más que se redistribuya, mal distribuido quedará. La nula distribución consagra la carencia, y la redistribución consagra el sobrante. Este es el sentido, aunque no sea nada común.

Constructores del Muro del Hambre 24/11/09
Por Oscar Taffetani
(APe).- El pasado 14 de noviembre Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas, se sumó a las jornadas de ayuno impulsadas por Jacques Diouf, director general de la FAO, en denuncia y protesta por el escándalo del hambre y por la falta de colaboración de las grandes potencias en la lucha contra ese flagelo.La huelga de hambre contra el hambre -acción mediática y gestual, realizada en vísperas de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria a inaugurarse en Roma- no tuvo la repercusión esperada. Es que el mundo (esto que llamamos mundo, tan globalizado para ciertas cosas y tan disperso para otras) ya no presta mucha atención a las actuaciones o sobreactuaciones de los funcionarios. El mundo (el mundo de “los que han comido”, diría Brecht) ya se está acostumbrando a estadísticas terribles, a datos que sólo de saberlos nos paralizan el corazón.
Un niño muere de hambre cada seis segundos, dice la FAO. Por día, son diecisiete mil. Y por año (o sea, el lapso que suele transcurrir entre dos cumbres o dos conferencias de la ONU) son más de seis millones, más de seis millones de niños que desaparecen de la faz de la tierra tan sólo a causa del hambre.
En el año 2000, esa mítica frontera cultural que la humanidad traspasó casi sin darse cuenta, el secretario general de la ONU Kofi Annan y el presidente de los Estados Unidos Bill Clinton relanzaron con entusiasmo los Objetivos del Milenio. El primero de aquellos Objetivos era bajar a la mitad, para 2015, los índices de desnutrición en el mundo. Sin embargo, ya pasaron diez años y el número de desnutridos, que a fin del siglo pasado rondaba los 800 millones, ha crecido hasta llegar a mil millones. ¿Qué es lo que pasó? ¿No se habían firmado y aplaudido los Objetivos del Milenio? ¿No hubo fondos especiales, y créditos, otorgados para cumplir con esas metas?Es simplista y erróneo pensar que la lucha contra el hambre en el mundo puede ser planteada al margen de la lucha por lograr protocolos y convenciones cumplibles (por todos los países y en especial por las potencias) en relación con la emisión de gases contaminantes, con el aprovechamiento de los recursos naturales, con los subsidios a la producción agrícola y con el achicamiento de la brecha científica y tecnológica, que se agiganta día a día en proporciones geométricas.
Dicho de otro modo: no son cumplibles los Objetivos del Milenio por separado, cual si fueran rubros para un boletín escolar de los países. Quien no detiene el crimen del hambre y no resuelve a la vez la catástrofe sanitaria y no promueve a la vez el acceso a la educación y no mejora a la vez las oportunidades para su pueblo y no distribuye a la vez, de un modo más justo, la riqueza, le está mintiendo a la comunidad internacional y se está mintiendo a sí mismo. Todo o nada: ésa es ya la opción, a esta altura de los acontecimientos.
Varios mundos y naciones desunidas
En 1945, una carta abierta firmada por Robert Oppenheimer (llamado padre de la bomba atómica), Albert Einstein y otros científicos sirvió de fundamento a la creación de las Naciones Unidas. “Un solo mundo... ¡o ninguno!”, fue la consigna de esos intelectuales en su llamamiento.
Medio siglo después, el compromiso de las grandes potencias con las Naciones Unidas y con organizaciones como la FAO, la OMS y Unicef, se ha ido reduciendo en la misma proporción en que se redujo la autoridad de la ONU para mediar o intervenir en los conflictos.
Alejado el fantasma del holocausto nuclear (puesto que la mayor parte de los arsenales están hoy en manos del mismo bloque hegemónico), queda el fantasma -y la realidad- de otro holocausto, de un holocausto silencioso, que se va consumando en el tiempo y de manera invisible: el hambre.
Nuevas cumbres y el abismo
Al encuentro de Roma sobre Seguridad Alimentaria cumplido entre el 16 y el 18 de noviembre pasados, lo mismo que al Foro Paralelo sobre Soberanía Alimentaria realizado entre el 13 y el 17 en la misma ciudad, no asistieron -a excepción del anfitrión Berlusconi- los jefes de Estado del G-8, dando una clara señal de que las economías más poderosas del planeta, ésas que son capaces de subsidiar con 355 mil millones de dólares los precios de sus productos agrícolas o que son capaces de rescatar a sus bancos y financieras quebradas inyectándoles una masa de dos billones de dólares, no están dispuestas a escalar ni aumentar el magro aporte que realizan al Programa Mundial de Alimentos de la ONU, y ni siquiera a ayudar a que los productores agrícolas de los países emergentes coloquen su producción en el mercado internacional.
Eso sí, en la conmemoración de la caída del Muro de Berlín realizada una semana antes de la Cumbre de Roma, en la Puerta de Brandeburgo, ante las cámaras de la televisión mundial, allí sí estuvieron presentes los líderes de 27 países de la Unión Europea, además de la Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton y del presidente ruso Dimitri Medvedev. La dueña de casa, Angela Merkel, no dejó de aludir en su discurso -ya que es algo políticamente correcto- a los nuevos muros y a la ímproba tarea de la dirigencia de contribuir a derribarlos, en los tiempos venideros. Pero si las palabras de Merkel hubieran sido verdaderas, entonces Alemania debería haber estado presente en la Cumbre de Roma sobre Alimentación, llevando a ese foro, como potencia líder de Europa, su propia iniciativa para derribar el Muro del Hambre.Otro tanto deberían hacer el bloque europeo, los Estados Unidos y China (tremendo depredador ambiental, reacio a los compromisos y los protocolos) en la próxima cumbre de Copenhagen sobre el Cambio Climático. Quienes no actúan con decisión para derribar el Muro del Hambre -afirmamos sin temor a equivocarnos- es porque son constructores del Muro del Hambre. “La tierra -dijo en la Cumbre de Roma el papa Benedicto XVI- puede nutrir a todos. Pero existe el riesgo de que el hambre sea considerado estructural, parte inseparable de la realidad sociopolítica de los países más débiles y objeto de un sentimiento de resignada desesperanza o incluso de indiferencia". Nada que agregar a esas palabras.
De cualquier modo -perdón por este inveterado escepticismo- la multiplicación de las cumbres (ya que no de los panes) y cualquier bella fraseología puesta al servicio de la denuncia del crimen del hambre, no alcanzará para torcer siquiera un poco el implacable rumbo de la economía global, dispuesta a prescindir de una parte de la humanidad, si es necesario, para alimentar al insaciable Moloch del capital.Como se oía en aquella canción del filme The Wall, en los años ’70, “Todos, todos ustedes, no son más que otro ladrillo en la pared”. Remedando aquellos versos, podríamos decir que todos, reformistas y conservadores, alegres o preocupados, no son más que otro ladrillo en la pared; no son más que otro ladrillo en el Muro del Hambre.

El hombre que huye 26/11/09
Por Miguel A. Semán
(
APe).- Sábado 31 de octubre de 2009. Tarde tormentosa. Esquina de Yerbal y Bolivia, cerca de la estación de Flores. Gonzalo Jesús Torres de doce años cae en la calle apuñalado. Para la investigación policial su madre, 38 años, adicta al paco, es la asesina.
El móvil: el pibe, que pedía limosna en la estación de Flores, recaudaba poco.
La mujer apareció cuando lo estaban atendiendo y dijo que de lejos ella vio a un hombre que atacó a su hijo con un cuchillo y escapó.
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