El sismo y sus réplicas (sociales)
09/03/10
Por Oscar Taffetani
(APe).- Privatizar las ganancias y socializar las pérdidas es una regla de oro del capitalismo y especialmente de este capitalismo periférico que nos toca, en donde la institucionalidad y ciertos pactos mínimos acerca del funcionamiento del Estado son puestos en cuestión a cada paso, sea por un terremoto o tormenta fuerte, sea por una diferencia en la liquidación de regalías, o bien por el descubrimiento de algún tesoro ignorado en las entrañas de la tierra (digamos, un yacimiento de petróleo) y por la discusión subsiguiente sobre quién habrá de quedarse con esa riqueza.
La matriz de la injusticia se reproduce en cualquier situación, con lluvia o con sol, con terremoto o sin él. Por eso la reconstrucción de Nueva Orléans, después de que una crecida del mar dejara al descubierto la (planificada) imprevisión de las casas mal fundadas y las defensas nunca construidas, favoreció a los mismos consorcios e inmobiliarias que habían sido causantes del desastre. El casco histórico se libró de los pobres excedentes (es decir, ésos que no son pintorescos y no le sonríen al turista) y la cuadrícula urbana fue replanteada desde cero, con créditos blandos que otorgó el Estado.
Así va a pasar en Haití (país que lleva a cuestas la tragedia de haber sido la cuna de la libertad en América, sin haber logrado nunca la institucionalización de esa libertad). Así va a pasar –al menos, en el corto plazo- en el querido Chile, devastado por terremotos y maremotos que se suceden al ritmo, cada vez más intenso, del calentamiento global.
Salvo los yacimientos chilenos de cobre, que fueron nacionalizados y estatizados para siempre por el gobierno de Salvador Allende (quien consiguió que la ley se votara por unanimidad en el Congreso), el resto de las riquezas y la infraestructura productiva de Chile fueron concesionadas o enajenadas durante la dictadura de Pinochet, e incluso durante los gobiernos de la Concertación. Ya lo dijo el ex presidente Ricardo Lagos, durante un debate en el Senado: “En el país existió un robo, el efectuado a las empresas públicas que ahora son privadas" (29/06/2005). Y lo dijo también la candidata -y hoy presidente saliente- Michelle Bachelet: "El país sabe que las privatizaciones durante la dictadura no fueron transparentes y que hay un juicio histórico que los chilenos tienen sobre ese oscuro proceso" (30/06/2005). Tras esas breves ráfagas de verdad y memoria (sin que se ejecutara una política en consecuencia), volvió a soplar el viento del olvido y Chile reeditó el “borrón y cuenta nueva” que tanto le gusta al capitalismo.
Claro que al producirse una catástrofe como esta última, quien deberá, una vez más, hacerse cargo de los muertos y de los vivos, de la infraestructura de transporte y de las comunicaciones, de la educación y de la salud de los chilenos, será el Estado. Y las concesionarias del agua potable y la electricidad, de las autopistas viales y las autopistas informáticas, de los fondos previsionales y las prepagas de la Salud, entre otras, se limitarán a hacer donaciones, efectistas donaciones, en los recitales a beneficio de las víctimas, en la Quinta Vergara.
Habrá créditos, nuevos créditos, para la “reconstrucción de Chile”. El primero de ellos, ya calculado por organismos internacionales, será de 1.200 millones de dólares, anticipando el Ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, cómo va a ser distribuido: “unos mil millones de dólares son de gasto para el Estado y el resto es por obras concesionadas…”
La deuda social
“El terremoto dejó al desnudo la deuda social de Chile”, titula el diario argentino La Nación, acompañando un comentario de su corresponsal en Santiago, Carlos Vergara. “Las imágenes del espanto posteriores a la catástrofe –escribe el corresponsal- no parecen coincidir con las de un país ejemplar que tantos elogios ha cosechado en Washington y en el resto del mundo por la continuidad de un modelo económico que impulsó el desarrollo del país”.
“Las estadísticas son elocuentes. Pese a sus más de 20 tratados de libre comercio, a sus 25.870 millones de dólares en reservas internacionales y a las auspiciosas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), de que el país lideraría el PBI per cápita a nivel regional hasta 2014, con casi 15.000 dólares, la otra cara del espejo es desoladora (…) Es un país en el que hay casi dos millones de pobres y más de 500.000 personas en estado de indigencia, que al mismo tiempo posee carreteras que permiten llegar de la precordillera al aeropuerto en menos de 15 minutos”.
Nada que agregar a las palabras de Carlos Vergara. Salvo que el mismo medio para el que trabaja, y otros muchos, hasta hace unas pocas semanas, era parte del coro que elogiaba sin retaceos el “modelo chileno”.
Vidas paralelas
Más allá de las diferencias, que son muchas, Chile y la Argentina llegan a sus respectivos bicentenarios con dolorosas coincidencias: ambos son países en donde se planificó y ejecutó un diseño de “economía social de mercado” en el que la razón de los lobbies empresarios fue más importante y más atendible que cualquiera de las razones del Estado. Un darwinismo social reciclado se impuso como doctrina, consagrando la desigualdad, el poder del más fuerte y una arrasadora amnesia sobre las conquistas populares.
La foto, patética, de ese Chile transculturado y amnésico, es Pelotón VIP, una versión televisiva y militarizada de Gran Hermano, cuyas cámaras se quedaron filmando sin sonido ni respuestas el temblor de la noche del 27 de febrero. En la Argentina, una foto equivalente sería la del impúdico empresario Ricky Fort, paseando en un Rolls Royce por la calles de Miami y poniendo en pantalla una interminable serie de imbecilidades.
Hubiéramos deseado un terremoto que se tragara a un tiempo a los reclutas del Pelotón VIP chileno, a Ricardo Fort y a su fábrica de chocolates. Pero no llegó. Tal vez, más adelante. Mientras tanto, debemos convivir con la injusticia, con la maldita injusticia, tan sólo apostando a muchachas como María Maturana, la niña-héroe de Juan Fernández, que puso en práctica (así lo hubiera escrito Don Milani) el sagrado deber de no obedecer.
UniKornio azul
11/03/10
Por Alfredo Grande
“no me digas quien te critica, porque no te diré quien eres”
“no es tanto problema que pongas palos en la rueda. El problema es que quieran dinamitar el sulky”
(aforismos implicados)
“No es una pizca de exagerado, hablar de operaciones destituyentes. Las hay, las conocen, las ventilan, las analizan, las promueven o son
cómplices por omisión. No lo blanquean porque son golpistas u
oportunistas. Y si no hay ni habrá destitución, no es porque la
oposición defienda la institucionalidad ni la Constitución, sino porque
la gente no come vidrio, y porque en este país ya hemos sufrido
demasiado”.
(Sandra Russo. Lo destituyente una vez más)
09/03/10
Por Oscar Taffetani
(APe).- Privatizar las ganancias y socializar las pérdidas es una regla de oro del capitalismo y especialmente de este capitalismo periférico que nos toca, en donde la institucionalidad y ciertos pactos mínimos acerca del funcionamiento del Estado son puestos en cuestión a cada paso, sea por un terremoto o tormenta fuerte, sea por una diferencia en la liquidación de regalías, o bien por el descubrimiento de algún tesoro ignorado en las entrañas de la tierra (digamos, un yacimiento de petróleo) y por la discusión subsiguiente sobre quién habrá de quedarse con esa riqueza.
La matriz de la injusticia se reproduce en cualquier situación, con lluvia o con sol, con terremoto o sin él. Por eso la reconstrucción de Nueva Orléans, después de que una crecida del mar dejara al descubierto la (planificada) imprevisión de las casas mal fundadas y las defensas nunca construidas, favoreció a los mismos consorcios e inmobiliarias que habían sido causantes del desastre. El casco histórico se libró de los pobres excedentes (es decir, ésos que no son pintorescos y no le sonríen al turista) y la cuadrícula urbana fue replanteada desde cero, con créditos blandos que otorgó el Estado.
Así va a pasar en Haití (país que lleva a cuestas la tragedia de haber sido la cuna de la libertad en América, sin haber logrado nunca la institucionalización de esa libertad). Así va a pasar –al menos, en el corto plazo- en el querido Chile, devastado por terremotos y maremotos que se suceden al ritmo, cada vez más intenso, del calentamiento global.
Salvo los yacimientos chilenos de cobre, que fueron nacionalizados y estatizados para siempre por el gobierno de Salvador Allende (quien consiguió que la ley se votara por unanimidad en el Congreso), el resto de las riquezas y la infraestructura productiva de Chile fueron concesionadas o enajenadas durante la dictadura de Pinochet, e incluso durante los gobiernos de la Concertación. Ya lo dijo el ex presidente Ricardo Lagos, durante un debate en el Senado: “En el país existió un robo, el efectuado a las empresas públicas que ahora son privadas" (29/06/2005). Y lo dijo también la candidata -y hoy presidente saliente- Michelle Bachelet: "El país sabe que las privatizaciones durante la dictadura no fueron transparentes y que hay un juicio histórico que los chilenos tienen sobre ese oscuro proceso" (30/06/2005). Tras esas breves ráfagas de verdad y memoria (sin que se ejecutara una política en consecuencia), volvió a soplar el viento del olvido y Chile reeditó el “borrón y cuenta nueva” que tanto le gusta al capitalismo.
Claro que al producirse una catástrofe como esta última, quien deberá, una vez más, hacerse cargo de los muertos y de los vivos, de la infraestructura de transporte y de las comunicaciones, de la educación y de la salud de los chilenos, será el Estado. Y las concesionarias del agua potable y la electricidad, de las autopistas viales y las autopistas informáticas, de los fondos previsionales y las prepagas de la Salud, entre otras, se limitarán a hacer donaciones, efectistas donaciones, en los recitales a beneficio de las víctimas, en la Quinta Vergara.
Habrá créditos, nuevos créditos, para la “reconstrucción de Chile”. El primero de ellos, ya calculado por organismos internacionales, será de 1.200 millones de dólares, anticipando el Ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, cómo va a ser distribuido: “unos mil millones de dólares son de gasto para el Estado y el resto es por obras concesionadas…”
La deuda social
“El terremoto dejó al desnudo la deuda social de Chile”, titula el diario argentino La Nación, acompañando un comentario de su corresponsal en Santiago, Carlos Vergara. “Las imágenes del espanto posteriores a la catástrofe –escribe el corresponsal- no parecen coincidir con las de un país ejemplar que tantos elogios ha cosechado en Washington y en el resto del mundo por la continuidad de un modelo económico que impulsó el desarrollo del país”.
“Las estadísticas son elocuentes. Pese a sus más de 20 tratados de libre comercio, a sus 25.870 millones de dólares en reservas internacionales y a las auspiciosas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), de que el país lideraría el PBI per cápita a nivel regional hasta 2014, con casi 15.000 dólares, la otra cara del espejo es desoladora (…) Es un país en el que hay casi dos millones de pobres y más de 500.000 personas en estado de indigencia, que al mismo tiempo posee carreteras que permiten llegar de la precordillera al aeropuerto en menos de 15 minutos”.
Nada que agregar a las palabras de Carlos Vergara. Salvo que el mismo medio para el que trabaja, y otros muchos, hasta hace unas pocas semanas, era parte del coro que elogiaba sin retaceos el “modelo chileno”.
Vidas paralelas
Más allá de las diferencias, que son muchas, Chile y la Argentina llegan a sus respectivos bicentenarios con dolorosas coincidencias: ambos son países en donde se planificó y ejecutó un diseño de “economía social de mercado” en el que la razón de los lobbies empresarios fue más importante y más atendible que cualquiera de las razones del Estado. Un darwinismo social reciclado se impuso como doctrina, consagrando la desigualdad, el poder del más fuerte y una arrasadora amnesia sobre las conquistas populares.
La foto, patética, de ese Chile transculturado y amnésico, es Pelotón VIP, una versión televisiva y militarizada de Gran Hermano, cuyas cámaras se quedaron filmando sin sonido ni respuestas el temblor de la noche del 27 de febrero. En la Argentina, una foto equivalente sería la del impúdico empresario Ricky Fort, paseando en un Rolls Royce por la calles de Miami y poniendo en pantalla una interminable serie de imbecilidades.
Hubiéramos deseado un terremoto que se tragara a un tiempo a los reclutas del Pelotón VIP chileno, a Ricardo Fort y a su fábrica de chocolates. Pero no llegó. Tal vez, más adelante. Mientras tanto, debemos convivir con la injusticia, con la maldita injusticia, tan sólo apostando a muchachas como María Maturana, la niña-héroe de Juan Fernández, que puso en práctica (así lo hubiera escrito Don Milani) el sagrado deber de no obedecer.
UniKornio azul
11/03/10
Por Alfredo Grande
“no me digas quien te critica, porque no te diré quien eres”
“no es tanto problema que pongas palos en la rueda. El problema es que quieran dinamitar el sulky”
(aforismos implicados)
“No es una pizca de exagerado, hablar de operaciones destituyentes. Las hay, las conocen, las ventilan, las analizan, las promueven o son
cómplices por omisión. No lo blanquean porque son golpistas u
oportunistas. Y si no hay ni habrá destitución, no es porque la
oposición defienda la institucionalidad ni la Constitución, sino porque
la gente no come vidrio, y porque en este país ya hemos sufrido
demasiado”.
(Sandra Russo. Lo destituyente una vez más)
“De este modo, si simplemente se restablecieran los aportes patronales, se anularan las prebendas a las corporaciones y se impusiera un mínimo gravamen a las transacciones financieras, el Estado tendría aproximadamente 42.000 millones de pesos, equivalentes a unos 11.000 millones de dólares, que casi duplican las reservas del DNU. En esta breve síntesis, esbozada como base para un debate serio y sin exacerbar conflictos, sobre el futuro de la Argentina en el marco de la actual crisis mundial (Zaiat, Página/12, 6/2/10), puede percibirse que Proyecto Sur no es funcional a los neoliberales ni promueve ajustes en los salarios y el gasto social (Bruschtein, Página/12, 6/2/10); más bien es posible preguntar quién es funcional al neoliberalismo. Somos una fuerza política comprometida con el interés nacional y el futuro de las mayorías sociales, en particular el de nuestros chicos y jóvenes condenados a la pobreza y la indigencia; no tenemos compromisos económicos con nadie ni estamos en oferta: nuestra decisión es hacer lo imposible por frenar el saqueo iniciado con la dictadura militar al costo brutal de 30.000 desaparecidos y sus consecuencias, el otro costo brutal en vidas humanas por hambre, miseria y enfermedades curables. Investigar la deuda fraudulenta es una forma más de reconstruir la memoria y revertir en parte aquello que denunciara Rodolfo Walsh en su ya mítica Carta a la Dictadura Militar”.
(Alcira Argumedo. El lugar del progresismo en el debate).
(APe).- Los males de la democracia no se curan con más democracia, sino con mejor democracia. Y una democracia mejor es lo opuesto a la denominada gobernabilidad, que es reinar con la apariencia de gobernar. Tampoco la versión clientelística permite superar el pasaje de la democracia a la “demos gracias”. La permanente alusión a las gracias otorgadas por las majestades de turno, sostiene un presidencialismo que es la continuación de la monarquía por otros medios. Por lo tanto el debate sobre lo destituyente, que además es un eufemismo encubridor para hablar de golpismo o de oposición legitimada como tal, podría dar paso para pensar por donde pasa lo instituyente en esta democracia institucionalizada y, en algunas áreas, instituida burocráticamente. Las rejas que protegen, aunque no se sepa de quien, al Congreso Nacional, con su sigla estampada a hierro, es más que una metáfora. Al igual que el Fuerte Casa Rosada, son analizadores del corte y quizá también de la fractura, entre el representado y el representante. Siempre me conmovió un párrafo del preámbulo de nuestra ley de leyes: “el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”.Estamos en el horno. Parece un lejano e inesperado antecedente de la “Cobos way of life”: no votar por la positiva. Haber escrito en directo: “gobierna a través de sus representantes”, sin que garantizara que fuera cierto, al menos lo propiciaba. Pero parece que lo ficcional, el “como si”, la apariencia en lugar de la esencia, no es privativa de los tiempos posmodernos. Pero son justamente estos tiempos los que han enseñado que en el mundo de las apariencias, las apariencias no engañan. Enseñan. El territorio de lo mediático está disputado por más de un monopolio, sin dejar de señalar que las corporaciones de la subjetividad, incluyendo a la jerarquía de la Iglesia de Roma, formatean los discos duros y blandos de ciudadanas y ciudadanos hace siglos. Cerebros tan limados que pronto serán denominados “cascos grises”, por ser refractarios a todo forma del pensamiento crítico. Un silogismo berreta domina hoy la producción cultural del oficialismo: “los gorilas me critican; Ud, me critica; Ud. es gorila”. El significante goriladesbordó su territorio inicial, que hasta donde me acuerdo fue creado por el Delfor de La Revista Dislocada. Pienso que se ha metamorfoseado en un ariete descalificador, que ayuda mucho a la gobernabilidad, pero hace daño al acto de gobernar. La delgada línea roja entre “no ser” y “ser anti” es cruzada sin escrúpulo, y como toda cruzada, lo único que importa es arrebatar algún Santo Grial. Pero más allá de los debates de las formas, que algunos son de fondo, pienso que al Frente transversal para la Victoria, votando lo dejé y desapareció. Parece que no se perdió por tan poquito. Y un poder legislativo palaciego no es lo mismo, más bien es lo opuesto, a la movilización popular. La política proyectiva, se empeña en ver la viga en el ojo ajeno, pero ignora la viga en el propio. Por lo tanto, no me interesa seguir caracterizando la maldad de los enemigos, que la conocemos y padecimos y por otra parte, y por la misma parte, nunca votamos, sino me interesa caracterizar la maldad con los amigos. Es decir, con aliados que estuvieron, que ya no están, y que como las obscuras golondrinas, no volverán. No hay peor destituyente que el pago de la deuda, y mucho más si insistimos con honrarla. Porque aunque se la pague, no se la puede honrar. Esa deuda es sangre y hambre, y no se puede honrar pagando lo que se deshonró torturando y asesinando. Además ya se pagó, así que el honor sería seguir pagando y pagando, de honrados que somos. Discutir esto es salir de la transversalidad y entrar en la pura verticalidad. ¿Será el ADN militar del peronismo, como señaló la Presidenta? Si así fuera, sugiero urgente terapia genética. Otro ADN es posible. Y necesario. La lógica militar es la guerra, no la política. Por eso toda hipótesis de conflicto es necesaria, desde un terremoto hasta el consumo de drogas. Esa lógica militar debe ser deshonrada, porque fue esa lógica que sostuvo los mega endeudamientos. El estado de derecho también puede sostener y costear una lógica militar, como sostiene y costea el culto de los Von Wernich. Pero no exageremos, que cuando no hay arrepentidos, no hay perdón que valga. La única forma consistente, coherente y creíble para enfrentar a los demonios de la derecha, es con una lógica clasista. Las clases dominantes saben odiar, como bien señala Eduardo Aliverti en su trabajo ODIO. Pero es necesario señalar que las clases dominadas tienen anestesiado el odio al enemigo explotador, justamente por las lógicas aplacatorias y negadoras de la mediación y el “bien común”. Los explotadores tienen conciencia de clase; los explotados no. ¿Será la ausencia de un ADN socialista? Es posible, y en ese caso solo el trabajo sobre la conciencia y el inconciente individual y social podrá realizar la mutación necesaria. No hubo mayor fracaso de una propuesta transversal de liberación, que hacerla con un conservador mendocino. Quizá no era de liberación, sino, recordando el famoso fallido de Deolindo Bittel, otra de las máscaras de la dependencia. El pago sin reservas o el no pago de la deuda odiosa no solo es posible. Es necesario. Al menos si con toda sinceridad queremos ganar la batalla cultural, y el festejo del bicentenario es el festejo de una gesta anti imperialista, para que todos los imperios de ayer, hoy y mañana, “escupan su pestífera hiel”, como nuestro glorioso Himno Nacional , señala con profunda precisión. No hay mas que leer la letra originaria de la canción patria, para que no haya riesgo que el unicornio pueda perderse, y de azul, quede celeste desteñido.
Monstruos voraces
05/03/10
Por Claudia Rafael
(APe).- Estiran los bracitos como queriendo abrazarse a la vida pero demasiadas veces no llegan. Frágiles, vulnerables, endebles. Viven en lugares que les son hostiles por decisión sistémica. Como si un monstruo abriera sus fauces y los devorara en un gesto desmedido de ferocidad. No es casualidad. En modo alguno podría serlo. Cómo se explica, sino, que el 90 por ciento de las muertes infantiles en el planeta se concentre en 42 países pero que el 50 por ciento del total se ubique en India, Nigeria, China, Pakistán, República Democrática del Congo y Etiopía.
Son seis millones y los números abruman. Cómo se escribe seis millones de veces angustia, muerte, desesperación, calvario, suplicio. No bastan las palabras para definir la muerte de un hijo. Te parecerá que el mundo se acaba, que algo adentro se rompió...el brillo de sus ojos ya se apagó, canta Víctor Heredia.
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