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domingo, 19 de noviembre de 2017

#JMP 2017: el obispo hizo el lavatorio de los pies con personas en situación de calle

#JMP 2017: el obispo hizo el lavatorio de los pies con personas en situación de calle
En el marco de la Jornada Mundial de los Pobres, que la Iglesia celebra hoy por primera vez, el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió una misa en la catedral Nuestra Señora de la Paz, donde llevó a cabo el rito del lavatorio de lo pies con personas en situación de calle.

 En un gesto propio del Jueves Santo, que enseña el valor del servicio (Jn. 13, 1-17), el obispo realizó el lavatorio esta noche por la jornada especial instituida por el papa Francisco y que este año tiene como lema: “No amemos de palabra sino con obras”. 
El momento del lavatorio de los pies 
 “Necesitamos aprender de los pobres y escucharlos un poco más”, señaló el obispo en su homilía. “Nosotros pensamos o creemos que podemos resolver sus problemas, nosotros miembros de organizaciones asistenciales, quizá la misma Iglesia, pero los pobres saben mejor que nosotros qué y cómo hacerlo. Esencialmente debemos meternos en su escuela, en la escuela de la sabiduría de los pobres. Ellos saben mejor que nosotros qué les hace falta”, agregó.
 Y sostuvo: “Creemos que si incorporamos el encuentro a nuestra cultura, construyendo un nuevo estado de ánimo social que los integre y no solo los incluya, si el objetivo de encontrarnos, de buscar puntos de contacto, de tender puentes, de proyectar, da sentido a nuestra vida personal y a nuestra vida social, significará que hemos convertido el encuentro en una forma de ser que compartimos todos y que a todos nos entusiasma, compromete y transforma” .
 Al final de la misa -que concelebraron el párroco y vicario general de la diócesis, presbítero Hugo Barrios, y el vicario parroquial, Daniel Martin-, las personas en situación de calle recibieron de regalo una mochila nueva con termos, equipos de mate, yerba y otros elementos.
 Ayer, en el mismo templo de la catedral, más de 70 personas carenciadas, la mayoría de Lomas y otras de la región, entre ellas varios niños, recibieron el almuerzo preparado especialmente por la comunidad.
 En el contexto de la Jornada, además, la parroquia Santos Pedro y Pablo (Burzaco) organizó hoy un almuerzo para familias que viven a la vera del Arroyo del Rey. Y el Movimiento de Partida, por su parte, preparó también un almuerzo para niños de la capilla San Juan Bautista, que pertenece a la misma parroquia.
 Entre otras iniciativas, los jóvenes de Esteban Echeverría-Ezeiza organizan un recital de música, el sábado 25, a fin de contribuir al “Centro de estimulación temprana”.

Homilía del obispo diocesano por la Jornada Mundial de los Pobres 
 Catedral Nuestra Señora de la Paz 
 Hemos escuchado y contemplado la acción y los gestos de Jesús en el lavatorio de los pies a sus discípulos, una manifestación de la más profunda humildad. 

 Jesús se despoja del manto. Juan, en al Evangelio, subraya que Jesús se levanta de la mesa para cumplir un humilde servicio teniendo plena conciencia del poder que el Padre le otorgó y nos muestra el contraste entre la acción humilde y la elevada dignidad de la persona que la realiza. 
El lavado de los pies se realizaba antes de la comida; aquí Jesús no se propone cumplir un simple rito, sino un símbolo del servicio prestado por Jesús. Esta humilde diakonía del Señor culminará con el sacrificio de la cruz, el despojo de si mismo, “tomando la condición de siervo” (Fil. 2,6-8). Su testimonio nos compromete a revisar nuestra vida de discípulos de Cristo. 
 Papa Francisco expresa: No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20). La pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad . 
 Otro signo claro es que se ata la toalla a la cintura, implica una exigencia de vida, ceñirnos para atender e inclinarnos ante los caídos de nuestra sociedad. 
Los obispos hemos dicho que “la dureza del tiempo presente y la autenticidad del compromiso exigen…. realizar una acción eficaz de promoción de la justicia, de alivio del dolor y de una defensa de la real dignidad del pobre, del débil y del indefenso”. Pobreza y exclusión son un desafío para toda la sociedad argentina. Asumirlo implica atender las necesidades presentes trabajando al mismo tiempo en la superación de sus causas que, aunque múltiples y complejas, no son fruto de la casualidad o designios que escapan a nuestro control. Por ello debemos comprometernos a identificar con honestidad esas raíces y actuar sobre ellas. El Papa Francisco mencionó recientemente dos cuestiones: el aumento endémico y sistémico de las desigualdades y de la explotación del planeta, que es mayor que el aumento de la renta y de la riqueza; y el trabajo no digno de la persona humana. Sus palabras tal vez nos podrían ayudar a analizar nuestra situación . 
 Echó agua en un recipiente y se inclinó para lavarle los pies a cada uno, incluso ante la negativa de Pedro, Jesús no quiere que nadie quede excluido de este signo de amor y cercanía, de abnegación y pobreza espiritual. 
Es la pobreza, más bien, la que crea las condiciones para que nos hagamos cargo libremente de nuestras responsabilidades personales y sociales, a pesar de nuestras limitaciones, confiando en la cercanía de Dios y sostenidos por su gracia. La pobreza, así entendida, es la medida que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales, y también vivir los vínculos y los afectos de modo generoso y desprendido . 
 Creo que necesitamos aprender de los pobres y escucharlos un poco más, nosotros pensamos o creemos que podemos resolver sus problemas, nosotros miembros de organizaciones asistenciales, quizá la misma Iglesia, pero los pobres saben mejor que nosotros qué y cómo hacerlo. Esencialmente debemos meternos en su escuela, en la escuela de la sabiduría de los pobres. Ellos saben mejor que nosotros qué les hace falta. 
Descubriremos así que los pobres son el instrumento elegido por Dios, y no nosotros. Los mismos pobres son el Pueblo que Dios quiere y que va a utilizar en Cristo para salvarlos de tanta locura en un mundo en que muchas personas mueren de hambre y sed en medio de tantas riquezas. Esto nos puede hacer tocar con las manos la acción de Dios y su presencia entre los pobres . 
El peligro seria caer en el romanticismo, idealizando a los pobres, debemos darnos cuenta que ellos tienen problemas como todo el mundo y que no responden a la imagen ideal que de ellos nos habíamos formado. Son seres humanos que cometen errores. Hay entre ellos egoístas, descomprometidos, poco generosos, mezquinos, carentes del sentido de responsabilidad… y a pesar de ello solo los pobres y oprimidos pueden cambiar verdaderamente la sociedad . 
Pero al mismo tiempo creemos que si incorporamos el encuentro a nuestra cultura, construyendo un nuevo estado de ánimo social que los integre y no solo los incluya, si el objetivo de encontrarnos, de buscar puntos de contacto, de tender puentes, de proyectar, da sentido a nuestra vida personal y a nuestra vida social significará que hemos convertido el encuentro en una forma de ser que compartimos todos y que a todos nos entusiasma, compromete y transforma. 
 No pensamos en pequeño, sino también hacia nuestro mundo latinoamericano, donde tiene un buen punto de partida la solidaridad en la fe, cuando tomamos conciencia de que tenemos sobre todo con los pobres, los descartados y oprimidos, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos (Ef. 4,5-6). 
 Quiero, finalmente, agradecer el gesto de amor de esta comunidad de la Iglesia Catedral al recibir a los hermanos y sus familias para sentarse a la mesa en la casa de la Madre, porque este es el lugar que Nuestra Señora de la Paz eligió para cuidar, santificar, consolar y honrar con la presencia de su Hijo Jesucristo “Príncipe de la Paz” la dolorida historia de los argentinos. 

 + Jorge Lugones SJ

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